Saturday, December 30, 2006

UN CUADRO EXTRAÑO


¿Quién pudo encargar un cuadro así? El motivo es extraño; no representa un tema clásico de violación (como el rapto de las Sabinas). Christiaen van Couwenbergh lo pintó en 1632 y salta a la vista la forzada escenografía, la mezcla un tanto inconexa de motivos religiosos agrupados en un tema chocante. Sería inimaginable une escena similar compuesta por tres sayones y una mujer blanca. Hans Werner Debrunner comparándolo con otras representaciones de mujeres africanas escribe que

La mujer africana pertenece a un mundo soñado de primitivas concepciones psicológicas… Todas estas descripciones muestran una tendencia común: imaginan en la mujer africana a un ser a veces peligroso, a veces divertido, siempre diferente y, posiblemente, incluso, destinado a la perdición.

Al historiador le gusta la generalidad. La pintura, teniendo en cuenta la escasez de datos que poseemos, se convierte en una conjetura, en una delicia hermenéutica que ha dormido durante años hasta conseguir alcanzar el momento en que la alteridad de la raza se impone como uno de los sujetos dominante en el discurso. El personaje de la izquierda nos guía hacia el grueso de la descripción. Esta búsqueda de connivencia con el espectador ¿pudo molestar a alguien en el siglo XVII?¿Se expondría algo así en la tienda de algún marchante? No puedo imaginar a los burgueses de L’enseigne de Gersaint (1720) admirando una pintura así, aunque, quizá, distinguidos connoisseurs de ambos sexos la contemplarían en gabinetes secretos alojados en la trastienda.